En este último caso, se estila bastante preparar algo para el recién llegado. Dependiendo del desparpajo de cada uno, de las ganas de pasar vergüenza o de hacérsela pasar a quien llega, se pueden preparar todo tipo de situaciones, incluyendo recibir a un grupo de guiris con traje de faralaes y marcarse un baile flamenco de bienvenida. Sin tener que llegar a ese extremo, una de las más comunes es la pancarta de todo tipo, con o sin globos, con o sin himno... En más de una ocasión es una decisión improvisada y el grupo de amigos acaba con todos tirados en el suelo en un rincón de la terminal de llegadas, con los rotuladores y la sábana, a toda prisa para acabar antes de que aterrice el avión. Los que no lo hayáis comprobado, no sabéis lo que os perdéis, es un buen rato de risas aseguradas.
Y ahora viene por fin el motivo de mi post de hoy. El otro día en el aeropuerto de Bruselas Zaventem descubrí una máquina que le puede solucionar el problema de falta de previsión o creatividad a más de uno. Y te da un resultado más profesional para tus pancartas de bienvenida. Esta es la imagen que la muy limitada cámara de mi teléfono pudo captar.
No sé que pensar. Me sorprende que esta idea se haya considerado lo suficientemente atractiva como para lanzar este tipo de máquinas al mercado. ¿Tendrá exito la idea? ¿Será un negocio rentable? Yo al menos prefiero que mis amigos se lo curren. Una pancarta hecha por una máquina no tiene ni la mitad de valor sentimental.