- ¿Bratis-qué?
- Bratislava
- ¿En serio?
- Que sí, a Bratislava
- Pero.... ¿estás loco? ¿Dónde queda eso?
- No, no lo estoy, es la capital de Eslovaquia, en el corazón de Europa
- ¿Eso no es Europa del este? Seguro que te roban los organos por allí... ¿La pelicula de “Hostel” no ocurría en Bratislava? Y recuerdo quetambién iban en “Eurotrip”... Creo que no volverás de allí.
No os voy a engañar, esta es la típica conversación que tienes con tus amigos cuando vas a Bratislava de Erasmus (o cualquier otro país que los que conocemos como “los buenos”). Y tampoco os mentiré cuando os diga que el chico que se iba de Erasmus no era yo, sino un amigo mio.... Así que el que suena como que nunca ha salido de casa.... bueno... ese era yo.
Puerta de Michael en Bratislava (Richard Lehoux) |
Calculo que yo sería uno más entre los cientos que le dirían las frases de rigor cuando te vas a Bratislava:
Estás loco, pero ¿tú sabes dónde vas? (Yo sí, ¿y tú sabes dónde está?)
A Bratis-¿qué? (Bratislava, no es tan complicado)
Eso es Eslovenia, ¿no?, ¿o Escandinavia? (Eslovaquia, ¿Te acuerdas de Checoslovaquia? Pues una de sus dos mitades).
Me han dicho que hace poco estuvieron en guerra, es peligroso viajar allí (Hombre, teniendo en cuenta que la última guerra que sufrieron fue en tiempos del señorito Adolf, me gustaría saber cual es tu definición de “hace poco”).
Me han dicho que todas las chicas de allí están increiblemente buenas (éste es un clásico, da igual que vayas a Bratislava, Luanda o Sebastopol; todas las chicas allí serán mucho más guapas que las de tu país, lo que se llama el efecto “el cesped está más verde al otro lado de la valla”).
La verdad es que cuando no has viajado nunca antes, el 90% de los paises los consideras peores que el tuyo (con la excepción de los que han sido idealizados, como es el caso de Alemania, EEUU, Inglaterra....). Siempre te los imaginas como lugares muy peligrosos, donde te pueden robar la cartera en cualquier momento. Y si un amigo tuyo decide libremente que quiere ir a un país asi.... pues para eso están los amigos, ¿no? Para mostrarles lo equivocados que están (bendita ignorancia). Pero a pesar de todos mis “sabios” consejos, no pude evitar que mi amigo fuese a Bratislava de Erasmus.
Centro antiguo de Bratislava (Sven Festersen) |
Durante sus primeros meses allí nos fue contando todas sus peripecias y lo bien que se lo estaba pasando, así que varios amigos decidimos ir a visitarle para ver si era en verdad un destino tan “paradisíaco”. Aunque el simple hecho de tener que cambiar dinero para ir allí (por aquel entonces en Eslovaquia no se usaba el Euro, sino la Corona eslovaca) fue toda una declaración de intenciones: nos vamos a un pais que no consideramos Europa (la verdad es que eramos muy inocentes).
Nuestras primeras impresiones al llegar fueron bastante catastróficas (tal y como habíamos imaginado): los autobuses parecían más viejos que nosotros mismos, la ciudad estaba llena de edificios sovieticos, la gente era distante y fría y no hablaba por la calle, la residencia estaba bastante sucia y todo el mundo paseaba tranquilamente por las habitaciones.... (puffff, la que nos espera).
- Pero Chavi, ¿Por qué no teneis habitaciones individuales y las teneis que compartir con 5 personas más?
- ¿No os han robado nada con tanta gente paseando por las habitaciones?
- ¿Cómo puedes vivir con tanta suciedad?
- ¿Te atreves a pasearte por las calles que casi no tienen iluminación?
- ¿Nunca ha habido una pelea?
No podíamos parar de preguntar cosas a nuestro amigo, como si estuviesemos viviendo algo que no comprendíamos, pero que para nuestro amigo era de los más normal (alguien que, todo sea dicho, nunca había salido de casa antes).
Según iban pasando los días nuestras bromas sobre el dormitorio (llamado “cuadra” por nosotros en vez de “Družba”, su nombre real, que por cierto significa “amistad”) iban aumentando, pero yo cada vez me sentía más cómodo en la situación.
Mi adorada Druzba |
Con el tiempo vas descubriendo que su transporte público es bastante puntual y efectivo (a la par de barato), la residencia era barata y ofrecía muchas comodidades, hasta tal punto que la considerabamos una segunda casa, a veces me sentía más seguro por las calles mal iluminadas de Bratislava que por una calle bien iluminada en mi propia ciudad. Y lo mejor de todo era el compartir habitación con tanta gente. Es una experiencia muy bonita que vale la pena vivir.
Pero he de reconocer que todo esto lo fui descubriendo en mi segunda visita a Bratislava... Sí amigos, tengo que decir que volví a Bratislava, pero esta vez para quedarme un año entero como Erasmus (una experiencia que cambio mi vida).
Aunque eso.... eso ya es otra historia.