Mi experiencia Fitur empezó muy temprano, puesto que en lugar de viajar en tren me decidí por utilizar la opción del coche compartido con amovens.com. Había otro viajero que trabaja en una agencia de viaje que subia también a Fitur y nos pusimos de acuerdo para subir y bajar juntos. A la ida llevamos a otra viajera a la que también le venía bien nuestro horario.
Yo soy muy dado a dormirme en cualquier medio de transporte, el runrún me deja K.O. Lo cierto es que aunque Fran me dio permiso a echar una cabezadita, no hubo forma porque a la vez me mantenía despierto con una conversación muy interesante. Hablamos por supuesto de las razones que nos llevaba a cada uno a Fitur, de viajes realizados, de la aventura de llevar una pequeña agencia de viajes independiente en el centro de Alicante, también de otros proyectos de futuro relacionados más o menos con los viajes. En cierto punto de la conversación, hablando de la educación en idiomas en España, descubrimos que habíamos ido al mismo colegio, lo que también dio para muchas historias.
A las 11 estaba ya en la entrada de Fitur esperando a hacerme con mi acreditación y me encontré entre la aglomeración a Alberto, un amigo de Zaragoza que trabaja en el sector hotelero. Mejor dicho, me encontró el a mí porque entre todos los que iban con su equipaje de mano destacaba yo con una mochila bastante grande (que era necesaria porque llevaba dentro unas aletas de buceo). Una vez acreditados nos fuimos cada uno a nuestros quehaceres y ya no volvimos a vernos más entre la multitud, lo que es de lo más normal cuando hay 10 pabellones dedicados a esta Feria y una afluencia de visitantes profesionales que creció este año un 2% pese a la reducción en el número de expositores.
En la parte dedicada a Europa me sentía como en casa. La verdad es que muchas de las imágenes me resultaban familiares, aunque eché de menos pabellones como el de Finlandia o Francia, lugares donde he tenido la suerte de estar viviendo unos meses de mi vida. Al menos encontré en la zona de Asia-Pacífico una parte de Francia: el stand de la Isla de la Reunión, donde me contaron que a las maravillosas atracciones naturales que yo pude disfrutar (y que ya contaré en otro post) han añadido salidas al encuentro de ballenas y delfines. También me contaron muchos hoteles nuevos que se están construyendo, algo que ya no me hizo tanta gracia.
Una de mis mejores fotos, aunque el mérito es todo de la Isla de la Reunión y sus impresionantes paisajes |
En Turquía me obsequiaron con uno de sus dulces más típicos (y mi favorito entre ellos), que es el baklava. Además me dieron información sobre Izmir, la ciudad a la que iré en febrero para un congreso de estudiantes. E incluso un mapa, que siempre agradezco puesto que yo con un mapa soy feliz.
En Bélgica, tras la recibida con un gigantesco Manneken Pis verde, y siempre diferenciando claramente las partes de Flandes y Valonia, me trataron muy bien. Mientras comía un par de bombones deliciosos me contaron una maravillosa iniciativa para dar a conocer Flandes desde el punto de vista de un tipo de viajero muy particular: Un Erasmus en Flandes.
Cabecera del blog escrito por un Erasmus en Flandes |
Empecé a tuitear (@lamaletalista) nada más entrar, pero la batería de mi móvil no me siguíó el ritmo y se agotó a mediodía. Me fastidió bastante que el WiFi de Fitur fuera de pago, debo reconocerlo. Todo esto hizo que no pudiera estar al tanto de las quedadas espontáneas de otros blogueros por lo que me perdí muchas posibilidades de hacer networking. Y éramos muchos. El ejemplo de Flandes (y muchos más) indican que ya se está empezando a tomar en serio el trabajo de los blogueros. No en vano ésta es la primera ocasión en que muchos blogueros pudieron acceder a Fitur durante los días reservados a los profesionales. Según Travel Bloggers Meeting 147 blogueros estuvieron acreditados en la feria. Bueno, y con el nuestro 148 (nos colamos por otra vía, ya que no cumplíamos los requisitos de 6 meses de antigüedad del blog).
Con los pies machacados y ciertamente agotado por el madrugón, cuando me echaron de Fitur pasé por casa a dejar el equipaje y fui a la estación de Atocha a ver a un amigo que tiene un pie roto. Se me hizo bastante tarde pero valió la pena el esfuerzo, teníamos que ponernos al día y además tenía que devolverle sus aletas y un cuchillo de buceo. Tras la charla y una frugal cena, regresé a casa y en menos de diez minutos ya estaba dormido.