Ya queda sólo una semana para que empiece Fitur, y la verdad es que me muero de ganas de coger el tren a Madrid. Me paso las horas muertas mirando en la web oficial qué pabellones y stands me apetece más ver, qué plan me hago para cada día, qué no me puedo perder bajo ningún concepto, etc. Es como cuando sabes que vas a hacer un viaje, que empiezas a disfrutarlo desde el primer momento en que empiezas con la planificación. Aunque soy consciente de que en una feria como ésta, la planificación no sirve de mucho porque luego, entre el gentío que siempre hay, y que hay cosas que te sorprenden en el último momento, los cambios de plan son inevitables.
Este será ya el tercer año que me acerco a Fitur por lo que ya he aprendido la lección. Llevar calzado cómodo es básico, porque nueve pabellones son ya de por sí agotadores como para además tener que lidiar con molestias en los pies. Y también es muy útil una mochila donde poder guardar toda la información que te va pareciendo interesante en cada stand. A menudo es mejor dejar de lado lo que tiene mayor afluencia de visitantes y perderse entre los stands menos visitados, más de una vez me he llevado una grata sorpresa en un stand en el que pueden dedicarte un poco de tiempo extra, contarte detalles del país o región, hacerte sentir que casi has viajado allí sólo con hablar con la persona que te atendió... esa era una de las razones por las que he ido a FITUR en años anteriores. Este año, es cierto que iré con un punto de vista diferente, el hecho de estar ya con este blog seguro que me cambia la percepción de todo.
Además, siempre apetece cogerse el tren e ir de Alicante a Madrid por unos días, ver a algunos amigos (entre ellos Juanola, coautor de este blog), comer con la familia, quizás rescatar alguna película no comercial que nunca se estrenó en Alicante...